martes, 3 de noviembre de 2015

Tao - La razón de ser


I

El Tao que puede ser expresado

no es el verdadero Tao.

El nombre que se le puede dar

no es su verdadero nombre.

Sin nombre es el principio del universo;

y con nombre, es la madre de todas las cosas.

Desde el no-ser comprendemos su esencia;

y desde el ser, sólo vemos su apariencia.

Ambas cosas, ser y no-ser, tienen el mismo

origen, aunque distinto nombre.

Su identidad es el misterio.

Y en este misterio

se halla la puerta de toda maravilla.

II

Todo el mundo toma lo bello por lo bello,

y por eso conocen qué es lo feo.

Todo el mundo toma el bien por el bien,

y por eso conocen qué es el mal.

Porque, el ser y el no-ser se engendran mutuamente.

Lo fácil y lo difícil se complementan.

Lo largo y lo corto se forman el uno de otro.

Lo alto y lo bajo se aproximan.

El sonido y el tono armonizan entre sí.

El antes y el después se suceden recíprocamente.

Por eso, el sabio adopta la actitud de no-obrar

y practica una en sin palabras.

Todas las cosas aparecen sin su intervención.

Nada usurpa ni nada rehúsa.

Ni espera recompensa de sus obras,

ni se atribuye la obra acabada,

y por eso, su obra permanece con él.

III

No ensalzar los talentos

para que el pueblo no compita.

No estimar lo que es difícil de adquirir

para que el pueblo no se haga ladrón.

No mostrar lo codiciable

para que su corazón no se ofusque.

El sabio gobierna de modo que

vacía el corazón,

llena el vientre,

debilita la ambición,

y fortalece los huesos.

Así evita que el pueblo tenga saber

ni deseos,

para que los más astutos

no busquen su triunfo.

Quien practica el no-obrar todo

lo gobierna.

IV

El Tao es vacío,

imposible de colmar,

y por eso, inagotable en su acción.

En su profundidad reside el origen

de todas las cosas.

Suaviza sus asperezas,

disuelve la confusión,

atempera su esplendor,

y se identifica con el polvo.

Por su profundidad parece ser eterno.

No sé quién lo concibió,

pero es más antiguo que los dioses.

V

El universo no tiene sentimientos;

todas las cosas son para él como perros de paja.

El sabio no tiene sentimientos;

el pueblo es para él como un perro de paja.

El universo es como un fuelle,

vacío, pero nunca agotado.

Cuanto más se mueve,

más produce.

Quien más habla

menos le comprende.

Es mejor incluirse en él.

VI

El espíritu del valle no muere.

Es la hembra misteriosa.

La puerta de lo misterioso femenino

es la raíz del universo.

Ininterrumpidamente, prosigue

su obra sin fatiga.

VII

El cielo es eterno y la tierra permanece.

El cielo y la tierra deben su eterna duración

a que no hacen de sí mismos

la razón de su existencia.

Por ello son eternos.

El sabio se mantiene rezagado

y así es antepuesto.

Excluye su persona

y su persona se conserva.

Porque es desinteresado

obtiene su propio bien.

VIII

La suprema bondad es como el agua.

El agua todo lo favorece y a nada combate.

Se mantiene en los lugares

que más desprecia el hombre

y,.así, está muy cerca del Tao.

Por esto, la suprema bondad es tal que,

su lugar es adecuado.

Su corazón es profundo.

Su espíritu es generoso.

Su palabra es veraz.

Su gobierno es justo.

Su trabajo es perfecto.

Su acción es oportuna.

Y no combatiendo con nadie,

nada se le reprocha.

IX

Más vale renunciar antes que sostener

en la mano un vaso lleno

sin derramarlo.

La espada que usamos y afilamos

continuamente

no conservará mucho tiempo su hoja.

Una sala llena de oro y jade

nadie la puede guardar.

Quien se enorgullece de sus riquezas

atrae su propia desgracia.

Retirarse de la obra acabada,

del renombre conseguido,

esa es la ley del cielo.

X

Unir cuerpo y alma en un conjunto

del que no puedan disociarse.

Dominar la respiración hasta hacerla

tan flexible como la de un recién nacido.

Purificar las visiones hasta

dejarlas limpias.

Querer al pueblo y gobernar el Estado

practicando el no-hacer.

Abrir y cerrar las puertas del cielo

siendo como la mujer.

Conocer y comprenderlo todo

usar la inteligencia.

Engendrar y criar,

engendrar sin apropiarse,

obrar sin pedir nada,

guiar sin dominar,

esta es la gran virtud.


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